Sonríe con Risa

Dicen de Marc Chagall que es
un gran poeta, un gran músico
un grandísimo pintor.

Dicen que es un pintor poeta,
el pintor de la colorista poesía.

“Cuando pinta, Marc Chagall
Parece como si un Ángel tuviere
volando libremente por su cabeza”
Pablo Picasso decía.

Yo conocí en su día a un Ángel.
Un Ángel de nombre Risa,
un Ángel de carácter libre.
Hablé con risa, caminé con Risa,
bailé con Risa, comí con Risa,
bebí, lloré, leí, ferié, musiqué,
y reí con Risa.  Ella reía,
musicaba, feriaba, leía,
lloraba, bebía y hablaba
en absoluta ausencia de superior
subordinación, en libertad.

Aquel ángel voló, voló, voló
un solo instante, libremente,
como el imperceptible paso del tiempo,
a través de mí; me atravesó.
El recuerdo de ese breve alado paso
todavía perdura volando,
volando y volando sin parar.
Ella, imagen especular,
Risa angelicalmente libre,
revolotea delante, abajo
dentro, arriba, fuera, detrás…

Tanta fugaz libertad dentro de mí,
tanto reir con la risa de Risa,
que mi alma de no pintor, de no poeta,
en su errante metamorfosis,
y casi sin quererla atrapar,
intentó pintar, creyendo haber
entendido que es el fauvismo,
este torpe cuadro con un raro color
que no se puede razonar,
que algunos llaman Amistad
y con la incomprensible tonalidad
que otros llaman Incondicional.

A esa escasa pero intensísima
paleta de colores…
¿Se le puede llamar amor para amar?

Miguel Mejías Segura.

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